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martes, 2 de marzo de 2010

Escribían.




Los adolescentes que escribían,
hacían abanicos o avioncitos con sus escritos.
Los adolescentes que escribían,
intercambiaban metáforas, conectaban vibraciones, encontraban palabras.

Los adolescentes que escribían,
también sonreían,
y cantaban con timidez, no sin calidez.

Andaban por las calles, pálidos y abstraídos,
murmurando, rumiando, hilvanando.

Los apuntaban los índices, nunca los oídos.
Sólo entre ellos se levantaban los pulgares o se guiñaban los ojos.

De vez en cuando se encerraban a cocinar,
pero no arrojaban su comida a los banquetes.
Los platos se quedaban en cajones, y pasaba el tiempo,
y esperaban y esperaban, nunca rancios, siempre frescos, esperaban y esperaban.

Los adolescentes que escribían,
florecían, perfumaban, y mutaban.

Eran como rincones, como cordones, como bancos de plazas suburbanas.

Los adolescentes que escribían, describían y desleían.

Los adolescentes que escribían, soñaban y creían.

Los adolescentes que escribían… …querían.


Huere?
obra gráfica: Quino

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